domingo, 4 de noviembre de 2007

Etapas del parto

Se distinguen tres etapas del parto: dilatación, expulsión y alumbramiento. En este último se expulsa la placenta y pasa prácticamente inadvertida por la madre. Durante el nacimiento la posición normal del niño debe ser con la cabeza hacia abajo. El cuello del útero es el pasaje hacia el canal de nacimiento (la vagina) y sus paredes compuestas de un grueso tejido elástico que disminuye su tamaño permitiendo que comience a abrirse.

Las primeras contracciones empiezan de forma gradual y lo más probable es que la mujer no se dé cuenta al principio. Las contracciones que reducen esas paredes gruesas del canal de nacimiento son más débiles y duran entre 30 y 60 segundos, con intervalos regulares de 5 a 20 minutos entre ellas.

El médico realiza un examen de tacto para analizar el estado del cuello del útero. Cuando se ha dilatado lo suficiente, comienza la segunda fase del parto, la dilatación propiamente dicha. La dilatación varía de 1 centímetro a 10 centímetros.

Dilatar significa abrir, y las contracciones durante este periodo van ensanchando el diámetro del cuello. La mujer siente que las contracciones son cada vez más intensas y que los intervalos entre ellas, cada vez menores.

Durante el periodo de dilatación. la respiración debe evitar que el diafragma baje chocando con el útero, porque aumenta la sensación dolorosa. La mujer debe respirar abdominalmente y no con el diafragma como normal e inconscientemente lo hacemos. La respiración abdominal consiste en inflar profundamente el vientre al respirar, aumentando la capacidad torácica. Así, el diafragma no baja tanto.

Sólo en el último periodo de dilatación, cuando las contracciones son muy tensas y el dolor es difícil de soportar, se puede usar la respiración superficial rápida de jadeo o de perro, para evitar al máximo el descenso del diafragma en el clímax de la contracción. El jadeo disminuye la sensación dolorosa de las últimas contracciones y la compresión de toda la zona inferior en un parto sin anestesia. Sin embargo, sólo se utiliza muy al final porque disminuye el oxigeno que pasa del cordón al niño.

Cada respiración, sea abdominal o de jadeo, debe iniciarse y terminarse con una respiración profunda, inspirando y botando el aire rápidamente. Siempre se debe relajar entre dos contracciones.

La expulsión sobreviene cuando la cabeza del niño puede salir por el útero materno. La mujer siente un enorme deseo de pujar. Estos pujos son involuntarios y reflejos, por lo tanto ella se siente impedida a hacerlo con toda su energía.

Es de vital importancia que sepa pujar bien, puesto que su colaboración en el descenso del niño es imprescindible: pujar durante la contracción y relajarse en el corto intervalo de tiempo. Deben aprovecharse al máximo las intensas contracciones del útero, que van empujando más y más al niño por el canal de parto.

Cuando la cabeza del niño ha salido, el doctor da la orden para dejar de pujar y evitar así la salida brusca del bebé. Luego de otra contracción salen los hombros y luego el resto del cuerpo con facilidad. El niño ha nacido y se corta el cordón umbilical. En este momento la placenta termina de salir.

El tiempo total de un parto oscila entre 8 y 12 horas, siendo menor para la mujer que ya ha tenido hijos. La expulsión dura entre una y una hora y media.

Para una mujer informada, tranquila, que se relaja y colabora, el parto puede parecerle poco doloroso. Si se siente relajada, tranquila y protegida, la experiencia del parto puede significar el máximo logro de sus facultades biológicas y sicológicas: traer al mundo al ser que engendró y cuidó durante 9 meses.

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