El jardín infantil es el primer despegue real entre la madre y el niño y de la reacción de ambos depende el éxito de este gran cambio. Implica alejarse de su madre e incursionar en un mundo desconocido donde puede sentirse desolado, temeroso, o por el contrario, muy contento.
Cuando llega el momento de que el niño tenga mayor contacto social, muchas madres se preguntan ¿cuál será el jardín infantil más apropiado y el momento exacto en que debe ingresar?
Hay que tener en cuenta que no todos los niños se rigen por el mismo principio. Son varias las razones que determinan el ingreso del niño al jardín infantil. Generalmente, cuando ambos padres trabajan, prefieren que sus hijos tengan más contacto controlado con amigos y amigas de su edad, en lugar de dejarlos en casa. Por otra parte, aunque la mamá esté preocupada permanentemente del hogar, en ciertas ocasiones estima conveniente que el niño aprenda a compartir, especialmente si es único hijo.
Los padres están en condiciones de advertir si el niño está preparado emocionalmente para asistir al jardín. Cualquiera sea el motivo, resulta aconsejable averiguar qué sistema educacional aplica el jardín elegido. Por lo general, estos adoptan elementos de las distintas teorías, acomodándolas a las posibilidades físicas y económicas, y al tipo de niños que asiste a ellos. Cualquier método es bueno si se le a al niño la posibilidad de desarrollarse y expresar sus intereses.
Son los educadores, más que el sistema mismo, quienes imprimen el sello a cada jardín infantil. Y por esta razón, conviene que los padres se fijen más en la calidad humana del personal, que en la cercanía del jardín con respecto a la casa, en el status que tiene o en la posibilidad que otorga de ingresar luego a un colegio de prestigio.
Se puede ayudar al niño a conseguir buenos objetivos en el momento del ingreso al jardín, contactándolo con otros niños desde temprano. Sacarlo de casa a menudo, visitar otros amigos pequeños y dejarlo con otras personas conocidas por un par de horas, a lo sumo. Poco a poco puede tolerar mejor las separaciones, lo que constituye una ventaja llegada la primera separación real.
Cada niño reacciona en forma diferente frente a esto. Algunos se aferran a su cuerpo como si le estuvieran desgarrando el alma. Otros, en cambio, piden asistir al jardín para jugar con otros niños. Por lo general se trata de pequeños con hermanos mayores a quienes desean imitar.
Los padres también reaccionan en forma diferente. Algunos esperan con entusiasmo la llegada de este momento para disponer de más tiempo. Para otros el despegue es realmente triste, sienten profundamente separarse del pequeño. Sufren por lo que él pudiera sentir y lo más probable es que transmitan esta ansiedad al niño, provocando una reacción muy intensa al momento de hacerlo. Hay que tener presente que todos los niños son diferentes, que pueden tomarlo con gran naturalidad y entusiasmo como también con espanto, sin ser capaces de soportarlo.
domingo, 4 de noviembre de 2007
Educación de 0 a 5 años
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